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miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Adentro o Afuera?

A lo largo de la evolución los seres humanos hemos diseñado los conceptos mentales de adentro y afuera. Nos es muy útil para labores prácticas, como cuando le decimos a un niño que no se quede afuera de la casa. Claro que a veces es un poco aburridor (francamente nunca me gustó cuando en el colegio me decían “la camisa debe ir dentro del pantalón joven”)

Aunque es una herramienta conceptual muy común en nuestro diario pensar, rara vez nos preguntamos qué está adentro y qué está afuera nuestro.

Por sentido común asumimos que lo que está cubierto por nuestra piel está adentro y lo que no, afuera. Pero si observamos con claridad, el límite entre estos dos aparentes opuestos es totalmente arbitrario y no existe en la vida real, solo en nuestra mente.

Analicemos algo tan simple como tomarnos un vaso de agua. Antes de ingerirlo podemos decir que el líquido está dentro del vaso, y afuera nuestro. Mientras que la garganta y el tracto digestivo están en nuestro interior.

Sin embargo una vez nos tomamos el agua ¿Qué sucede? Podriamos afirmar que ahora el agua está adentro nuestro. De hecho parte del agua se convierte en nutrientes que son absorbidos por algunas de nuestras células, fundiéndose de manera literal con nuestro cuerpo. Mientras que otra parte es expulsada, fundiéndose a su vez con desechos que el organismo ha metabolizado, sin ser posible medir con exactitud qué fracción del líquido absorbimos y qué fracción expulsamos.

O sea que lo que está adentro y lo que está afuera cambia constantemente y no hay manera exacta de determinar donde adentro termina y afuera empieza.

Incluso órganos tan indispensables como nuestro corazón o hígado pueden salir de nosotros en un transplante (y entrar en alguien más). De hecho nuestras uñas y cabello están permanentemente saliendo de nosotros.

La mente dualista está siempre en la tarea de medir, discriminar y diferenciar. En resumen, la mente siempre esta separándolo todo. Especialmente separándonos a nosotros mismos de los demás y del resto del universo.

Entonces sufrimos por que creemos que esas mediciones y límites son reales.

Tenemos la tendencia a pensar que el mundo está poblado por pequeños egos encerrados en sacos de piel que interactúan unos con otros. Y que nosotros somos un ego más, un YO aislado y separado que va por la vida tratando de manipular “el mundo externo” para cumplir metas y objetivos, luchando, venciendo obstáculos y tratando de alcanzar la felicidad.

Pero esa no es la realidad.

Lo que pasa es que nuestra percepción racional de la realidad es demasiado simplista e incapaz de captar su verdadera naturaleza.

Por que en realidad no hay nada afuera.

Creemos que nuestro ser esta atrapado en el interior de la piel. Pero es más acertado decir que la piel esta adentro de nuestro verdadero ser.

Ese ser es el espacio abierto sobre el cual aparecen y desaparecen todos los objetos (incluyendo el cuerpo) todas las sensaciones y todos los pensamientos. Todo lo que puedes percibir en este mismo instante está en tu interior. En el interior de la conciencia ilimitada y eterna que soporta la existencia del universo mismo.

Esa conciencia nunca nació, por lo tanto no puede morir. No envejece ni se transforma, ya que en ella se refleja todo lo que envejece y todo lo que se transforma. Cualquier objeto, sensación o pensamiento que podemos percibir es un contenido de la conciencia, pero la conciencia misma abarca todo lo que hay.

No hay nada afuera tuyo, por que tú no eres un pequeño yo atrapado en un saco de piel. Tú eres esa conciencia observadora, pura, eterna, indefinible e indestructible. Y todo esto que estás observando ahora mismo es solo un sueño pasajero, que tú mismo escogiste soñar.

Y lo más increible es que esa conciencia es la misma en ti, en mi, en un árbol, un pez o una nube, puesto que no son varias conciencias separadas, es una sola.

Es imposible decir donde adentro termina y donde afuera empieza. Por que no son dos, son uno.

Y ese uno eres tú.

Santiago Jiménez Blanco