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domingo, 21 de junio de 2009

Tres maneras de ver el mar

Recuerdo la primera vez que vi el mar. La experiencia tuvo muchos aspectos: Asombro ante su imponencia y su inmensidad, curiosidad por saber qué se sentiría entrar en él, y al mismo tiempo miedo a lo desconocido.

Se me ocurre que es posible hacer una analogía entre el mar, las reacciones que causa en nosotros y la vida misma.

Imagina por un momento que estas en la playa observando el océano y que ese océano es tu vida. ¿Qué actitud tomar hacia él? A mi se me ocurren tres posibilidades.

1. Observar desde la playa.

Vemos el mar y nos parece demasiado temeroso, en la playa estamos seguros, es firme y sólida mientras que el mar se mueve constantemente, a veces esta calmado pero otras veces es feroz. No tenemos idea de los misterios que oculta.

De pronto introducimos un dedo y sentimos el agua fría, escuchamos el estruendoso crujir de las olas, nos asusta. La sensación de seguridad en la playa es muy fuerte, el mar en cambio es demasiado impredecible.

Finalmente decidimos no entrar, más bien lo observamos desde la comodidad y familiaridad de la playa. Podemos ver el mar pero nunca sabremos qué es bañarse en él.

Esto equivale a ir por la vida aferrándonos a lo conocido y lo familiar, tal vez cumpliendo las expectativas que alguien mas nos fijó. Haciendo lo que los demás esperan de nosotros y respetando las creencias que otros inventaron sin cuestionar su realidad.

2. Conquistar el mar.

Después de dudarlo un rato, decidimos dejar nuestros temores a un lado y adentrarnos en el mar con la idea de conquistarlo, de descifrarlo. Tal vez si lo estudiamos lo suficiente, si luchamos con tenacidad, podamos llegar a controlarlo ajustándolo a nuestros deseos.

Muchas veces esta es la actitud que tomamos hacia la vida. Nuestra idea es que si tan solo logramos crear y mantener las circunstancias perfectas (el trabajo perfecto, la pareja perfecta, la salud perfecta, etc.) entonces seremos felices.

El problema con esta manera de pensar es que ni el mar ni la vida son estáticos. Están siempre en continuo movimiento. Tratar de controlar el mar o la vida es el camino directo a la frustración crónica. No importa cuanto nos esforcemos siempre el mundo esta cambiando. El afán por tratar de que las circunstancias o las personas se comporten de acuerdo a nuestra idea de lo que es adecuado, es una clara demostración de egoísmo (yo tengo la razón) y la causa de la gran mayoría de nuestro sufrimiento.

Ni el mar ni la vida se pueden controlar.

3. Surfear.

Existe otra manera de abordar el mar y la vida. La manera del surfista. El surfista no tiene ningún afán por controlar el mar, más bien se enfoca en su respuesta hacia las olas que el mar le envía. Un buen surfista no lucha con las olas, un buen surfista se adapta a las olas que llegan. No trata de cambiarlas por que reconoce que es inútil. El aprende a leer el mar, a observarlo, pero no pasivamente desde la playa, si no adentrándose de lleno en el, haciéndose uno con el.

Un buen surfista esta atento, despierto, consciente.

Él reconoce que las olas más grandes pueden ser las que generen más miedo, pero al mismo tiempo son las que lo pueden llevar más lejos. Él sabe que si no fuera por esas olas gigantescas (y a veces amenazantes) no avanzaría, por lo tanto las recibe con todo su ser, se funde con ellas, se convierte en su amigo y ellas le responden dejándose montar, llevándolo a lugares a los cuales jamás llegaría sin ellas.

El buen surfista da las gracias por las olas más grandes y amenazantes.

Tal vez podamos aprender a surfear la vida, a reconocer su constante cambio y a adaptarnos a ella, a ser uno con ella. A recibir cada momento como una nueva ola y a aprender a ver aquellas olas gigantes y amenazantes como oportunidades de avanzar. Al igual que el mar no crea dos olas iguales, la vida no crea dos momentos iguales.

Así como el surfista esta totalmente inmerso en la ola que esta montando, el ser humano consciente esta totalmente en el momento presente, abriéndose a el, recibiéndolo con todo su ser. Él reconoce lo precioso de cada instante y no se siente aislado ni separado de la vida. Él es uno con su vida y la valora tal como es.

Resentir tu vida es como luchar contra el mar, es una lucha perdida. Aprende a valorar tu vida, a ser uno con tu vida y te llevará a lugares que jamás imaginaste.

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Adentro o Afuera?

A lo largo de la evolución los seres humanos hemos diseñado los conceptos mentales de adentro y afuera. Nos es muy útil para labores prácticas, como cuando le decimos a un niño que no se quede afuera de la casa. Claro que a veces es un poco aburridor (francamente nunca me gustó cuando en el colegio me decían “la camisa debe ir dentro del pantalón joven”)

Aunque es una herramienta conceptual muy común en nuestro diario pensar, rara vez nos preguntamos qué está adentro y qué está afuera nuestro.

Por sentido común asumimos que lo que está cubierto por nuestra piel está adentro y lo que no, afuera. Pero si observamos con claridad, el límite entre estos dos aparentes opuestos es totalmente arbitrario y no existe en la vida real, solo en nuestra mente.

Analicemos algo tan simple como tomarnos un vaso de agua. Antes de ingerirlo podemos decir que el líquido está dentro del vaso, y afuera nuestro. Mientras que la garganta y el tracto digestivo están en nuestro interior.

Sin embargo una vez nos tomamos el agua ¿Qué sucede? Podriamos afirmar que ahora el agua está adentro nuestro. De hecho parte del agua se convierte en nutrientes que son absorbidos por algunas de nuestras células, fundiéndose de manera literal con nuestro cuerpo. Mientras que otra parte es expulsada, fundiéndose a su vez con desechos que el organismo ha metabolizado, sin ser posible medir con exactitud qué fracción del líquido absorbimos y qué fracción expulsamos.

O sea que lo que está adentro y lo que está afuera cambia constantemente y no hay manera exacta de determinar donde adentro termina y afuera empieza.

Incluso órganos tan indispensables como nuestro corazón o hígado pueden salir de nosotros en un transplante (y entrar en alguien más). De hecho nuestras uñas y cabello están permanentemente saliendo de nosotros.

La mente dualista está siempre en la tarea de medir, discriminar y diferenciar. En resumen, la mente siempre esta separándolo todo. Especialmente separándonos a nosotros mismos de los demás y del resto del universo.

Entonces sufrimos por que creemos que esas mediciones y límites son reales.

Tenemos la tendencia a pensar que el mundo está poblado por pequeños egos encerrados en sacos de piel que interactúan unos con otros. Y que nosotros somos un ego más, un YO aislado y separado que va por la vida tratando de manipular “el mundo externo” para cumplir metas y objetivos, luchando, venciendo obstáculos y tratando de alcanzar la felicidad.

Pero esa no es la realidad.

Lo que pasa es que nuestra percepción racional de la realidad es demasiado simplista e incapaz de captar su verdadera naturaleza.

Por que en realidad no hay nada afuera.

Creemos que nuestro ser esta atrapado en el interior de la piel. Pero es más acertado decir que la piel esta adentro de nuestro verdadero ser.

Ese ser es el espacio abierto sobre el cual aparecen y desaparecen todos los objetos (incluyendo el cuerpo) todas las sensaciones y todos los pensamientos. Todo lo que puedes percibir en este mismo instante está en tu interior. En el interior de la conciencia ilimitada y eterna que soporta la existencia del universo mismo.

Esa conciencia nunca nació, por lo tanto no puede morir. No envejece ni se transforma, ya que en ella se refleja todo lo que envejece y todo lo que se transforma. Cualquier objeto, sensación o pensamiento que podemos percibir es un contenido de la conciencia, pero la conciencia misma abarca todo lo que hay.

No hay nada afuera tuyo, por que tú no eres un pequeño yo atrapado en un saco de piel. Tú eres esa conciencia observadora, pura, eterna, indefinible e indestructible. Y todo esto que estás observando ahora mismo es solo un sueño pasajero, que tú mismo escogiste soñar.

Y lo más increible es que esa conciencia es la misma en ti, en mi, en un árbol, un pez o una nube, puesto que no son varias conciencias separadas, es una sola.

Es imposible decir donde adentro termina y donde afuera empieza. Por que no son dos, son uno.

Y ese uno eres tú.

Santiago Jiménez Blanco

domingo, 15 de febrero de 2009

La Muerte y las Nubes

Se puede decir que vivimos en una sociedad plagada de miedos, tenemos miedo al fracaso, al dolor, al ridículo, la enfermedad, el rechazo, la vejez, a la pérdida de nuestros seres queridos o de nuestros bienes y a infinidad de cosas o circunstancias. El miedo es nuestro constante compañero.

Pero si nos vamos al fondo del asunto, el miedo mayor, el rey de todos los miedos es el miedo a la muerte, a la inexistencia, a dejar de ser, a convertirnos en "nada".

La realidad de este miedo es la base de todo dogma religioso, y para mitigarlo, la humanidad misma se ha encargado de inventar diferentes sistemas de creencias que tratan de perpetuar aquello que consideramos nuestro YO, basándose en idealizaciones mentales como la reencarnación o la vida eterna en el cielo.

Pero la trampa de estas creencias va más allá. La verdadera trampa consiste en nuestra idea de lo que somos, o lo que nuestra mente nos dice que somos. Nos definimos a nosotros mismos como entidades separadas unas de otras y del universo en general, como pequeños egos que son lanzados a este mundo, permanecen un tiempo en él y finalmente dejan de existir. Esto nos hace sentirnos sujetos a fuerzas exteriores que no podemos controlar y que por lo tanto nos ponen a su merced, dejándonos sin otra opción que la experiencia de miedo constante.

Pero todo esto son creaciones de la mente, la realidad es otra.

Las nubes nos pueden brindar otra perspectiva.

Al ver una nube en el cielo decimos que la nube "existe" lo cual es obvio ya que la podemos ver. Es más, si le preguntamos a la persona al lado nuestro ella también dirá que la ve, así se refuerza nuestra creencia de que la nube existe como una entidad separada.

Pero si nos distraemos por un momento, observamos otra cosa o nos sumergimos en nuestro constante ruido mental (aquello que llamamos pensamiento) al alzar de nuevo la mirada y tratar de encontrar la nube nos damos cuenta que ya no está. Entonces podemos decir que la nube dejó de existir, que se convirtió en nada.

¿Pero realmente se volvió nada?

La verdad es que esa nube se convirtió en lluvia, o tal vez en nieve o hielo, o simplemente en otras nubes. Tal vez la nube se convirtió en agua que cayó a la tierra, luego fue a parar a un río y finalmente desembocó en el mar, para después evaporarse y convertirse de nuevo en nube, que se transformó en lluvia una vez más.

Y para que todo esto sucediera era necesario que antes hubiera estado aquella nube que ya no está. La nube no se convirtió en nada, por que es imposible que algo se convierta en "nada".

En realidad la nube, la lluvia, el hielo, el arroyo, el río, las plantas que se nutren del río, los frutos que las plantas dan, los animales que se alimentan de los frutos y los humanos que se alimentan de los animales son una sola cosa, un solo proceso indivisible. Nuestra mente los separa en diferentes "cosas" o "eventos" por que esa es la manera en la cuál interactuamos con el mundo, pero en realidad no están separados.

No hay manera de decir con exactitud cuando una nube comienza y cuando termina, cuando "nace" o cuando "muere". Estas divisiones son límites arbitrarios creados por nuestra mente, pero no son reales, de la misma manera que el límite entre un país y otro no es real, es solo un concepto. El problema es que tendemos a confundir la realidad con lo que nuestra mente nos dice que es la realidad.

Así como no hay manera de decir cuando una nube comienza, no hay manera de decir cuando tú comenzaste. Por convención social decimos que fue en el momento del parto, pero también podemos decir que fue cuando el espermatozoide de tu padre fecundo el óvulo de tu madre, o tal vez comenzaste el dia en que tus padres se conocieron, o cuando los padres de ellos nacieron ¿O en el Big Bang? La verdad es que nunca comenzaste por que tu yo verdadero siempre ha estado aquí.

Nacer y morir son conceptos, ideas, mapas mentales, no realidades.

Obviamente esto desafía cualquier sentido común. El problema es que nuestro sentido común se fundamenta en un nivel limitado de conciencia, que nos muestra el mundo como un conjunto de "cosas" y "eventos" separados, impidiéndonos ver la unidad de todo lo que existe. Lo que vemos es una interpretación limitada y fragmentada, fabricada por nuestro condicionamiento mental.

Así como la nube vive en la lluvia y la lluvia vive en la nube, todos los seres humanos, animales, plantas o partículas de polvo que han estado, están o estarán en este mundo viven en ti y tú en ellos. Por que no somos muchos, somos uno solo e inseparable. Solo que con diferentes y diversas mascaras.

El verdadero yo nunca empezó y nunca termina. El verdadero yo ni siquiera penetra en el tiempo, por que el tiempo es solo una idea, no es real.

El verdadero yo es aquello que esta viendo a través de tus ojos, escuchando a través de tus oídos y sintiendo a través de tu piel en este mismo instante. Lo que tú crees que eres es solo una máscara de lo que realmente eres. Así mismo los otros seres humanos, vacas o árboles son máscaras del yo único y verdadero. Y estas máscaras están en constante transformación, convirtiéndose en personas, animales, nubes, lluvia, ríos, mares y nubes de nuevo.

Tu verdadero yo existe en todo momento y en todo lugar.

Cuando seamos concientes de esto perderemos el miedo a la muerte, a convertirnos en "nada", ya que descubriremos que ni las nubes ni los seres humanos se convierten en "nada". Y que la muerte es solo un concepto más.

Lo que tú eres nunca muere, por que tú eres lo que está detrás de todo lo que hay, de todo lo que fue y de todo lo que será en todo momento y en todo lugar.

Tú eres aquello que trasciende todo concepto y toda idea, el espacio infinito de la conciencia sin límites ni separaciones, del cual emergen todos los conceptos, todas las ideas y todas las máscaras, el eterno ahora, siempre presente más allá de la forma.

Esa eterna y misteriosa presencia eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

jueves, 5 de febrero de 2009

¿Seres Superiores?

¿Cuál es la diferencia entre nosotros y los animales? Recuerdo preguntármelo bastante siendo niño. Por lo general me lo respondía un adulto que lo pensaba por un momento y luego afirmaba “nosotros somos seres humanos, o sea que somos seres superiores” pero nunca lo decían con gran convicción, parecían recitar de memoria la respuesta que recibieron cuando ellos lo preguntaron.

Pues ahora más grandecito me pregunto ¿Superiores en cuanto a que? Lo digo por que si me lanzan a nadar con un tiburón o a luchar con un tigre ¿Quién es superior?.

En algún momento los seres humanos nos vendimos el cuento de que somos una especie de raza avanzada diferente a todas las demás, creyendo que esto nos da el derecho a someter y dominar a las “razas inferiores”. Vemos la naturaleza como algo que debemos conquistar, algo mucho menos inteligente que nosotros y que esta ahí para ser manipulado y explotado.

Ingenuamente creemos haber escapado a la cadena alimenticia. Puede que ya no seamos devorados por osos ni cocodrilos (salvo algunas excepciones) pero seguimos siendo un banquete para bacterias, virus y mosquitos.

De la misma manera en que las hormigas construyen complejos hormigueros, nosotros construimos ciudades con intrincadas infraestructuras viales. Así como los chimpancés tienen reglas sociales (que no siempre respetan) nosotros tenemos gobiernos y normas jurídicas (que no siempre respetamos). Solo que en nuestro caso el macho alfa, el jefe de la manada y quien goza de mayores privilegios sexuales, no es el de la melena más grande ni el que ruge más duro, si no el que tiene el reloj más fino, el carro más caro y sale más en televisión.

En el fondo no hay diferencia entre los seres humanos y las demás especies. Los pájaros y los delfines utilizan el sonido para comunicarse, nosotros también. Un león lucha hasta la muerte si otro león quiere aparearse con una de sus hembras ¿Tú que harías?.

Así como la naturaleza produce manzanas, pepinos o arroz, también produce seres humanos.

Cada uno de nosotros es una expresión única de la naturaleza.

En realidad cada uno de nosotros es la naturaleza misma expresandose como un ser humano.

Cuando un bebe nace decimos que ha llegado al mundo, cuando en realidad ha sido creado por el mundo. Si cambiáramos una sola cosa en el mundo, ese bebe seria diferente o tal vez ni siquiera existiría. Tú dependes absolutamente de toda la naturaleza y la naturaleza de ti, no estás separado de ella.

De hecho somos una de sus más bellas manifestaciones. Cuando vemos a los primates en el zoológico nos maravilla su parecido con nosotros mismos. Pues si observamos bien veremos que en el fondo somos una rama más de primates. Solo que caminamos más erguidos, tenemos menos pelo, usamos ropa y vamos al colegio.

Pero además de toda la perfección biológica que nos acompaña, en nosotros se manifiesta algo especial, la razón. Y la razón nos ha llevado a la luna y al fondo del mar, ha desarrollado la ciencia y nos ha hecho preguntarnos quienes somos. La razón es el puente entre el reino de los sentidos y el del espíritu, el problema es que no hemos terminado de cruzarlo.

Desafortunadamente la razón se ha vuelto en nuestra contra sin siquiera darnos cuenta. Nos ha convertido en una especie arrogante y llena de miedos, que en su afán por dominar la naturaleza solo ha conseguido destruirla. En vez de usar la razón como herramienta, ella nos usa a nosotros, nos hemos vuelto sus esclavos. Nos ha hecho creer que somos seres independientes y separados de la naturaleza que nos creó, vivimos engañados por nuestra propia razón.

Cuando las vacas pastan en una ladera lo hacen de tal forma que previenen su erosión ¿Por qué en vez de tratar de dominar la naturaleza no trabajamos en conjunto con ella?

Si dejamos nuestra arrogancia y nuestros miedos a un lado, elevamos nuestra conciencia y dejamos de sentirnos como "seres superiores" separados de todos lo demás y con la misión de doblegarlos, nos daremos cuenta de la inescapable unidad de todas las cosas.

Lo que tú estas haciendo en este mismo instante es resultado de todas las interacciones que ocurren en el universo. Lo que tú eres es una manifestacion del universo. Si eres conciente de esto te será muy fácil amar la naturaleza entera, por que la verás como una extensión de tu propio cuerpo y de tu propio ser.

La naturaleza se manifiesta de infinitas y hermosas formas.

Una de ellas eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

domingo, 1 de febrero de 2009

La Vida y la Música (homenaje a Alan Watts)

Hay una sensación especial en nosotros cuando realmente nos dejamos envolver por la música, una sensación de levedad, de que el tiempo se detiene y nuestro único propósito es disfrutar del sonido. Es por que cuando la música nos absorbe no estamos buscando un objetivo ni tratando de encontrar un por qué, no estamos persiguiendo una meta o un fin. Si así fuera adelantaríamos nuestros reproductores hasta llegar al final de lo que suena, o iríamos a conciertos a escuchar únicamente el sonido del ultimo acorde.

Cuando realmente escuchamos música no estamos tratando de "llegar a algo" y lo único real es el momento presente, el pasado y el futuro no importan.

Pero nuestro diario sentir es bastante diferente. Nos parece que la razón de estar vivos es precisamente llegar a algo, conseguir algo, bien sea dinero, la pareja perfecta, éxito profesional, estatus, iluminación espiritual, o el nombre que le quieras poner.

Si en nuestra sociedad un niño le pregunta a su madre ¿mami, para qué voy al colegio? Ella seguro le dirá algo como "para que aprendas y luego puedas ir a la universidad" ¿y para qué voy a ir a la universidad? "pues para que estés bien preparado cuando salgas a trabajar" ¿y para qué quiero trabajar? "para que construyas una carrera y así puedas conseguir dinero, te cases, formes una familia y llegues a ser una persona exitosa".

Así aparece en nuestra mente la idea de que la vida es una especie de viaje dividido en etapas donde el propósito final es "llegar a algo" o dicho en otras palabras "ser exitoso". Entonces nos asignan un número y nos convertimos en un participante más de la desquiciada e inconciente carrera por el éxito.

El problema es que esta carrera no viene sola, trae consigo una constante angustia producida por el miedo de que tal vez nunca lleguemos a serlo y de que nuestra vida haya sido en vano. Siempre sentimos como que algo más nos hace falta y que si tan solo lo consiguieramos finalmente estariamos "completos".

La carrera empieza entonces con preguntas que nos hacen a todos de niños ¿y tú que quieres ser cuando seas grande? Después en la adolescencia ¿qué carrera piensas a estudiar? Pero eso no es suficiente, luego tenemos que decidir en qué vamos a especializarnos, cuál va a ser nuestro campo de trabajo, con quién nos vamos a casar, donde vamos a comprar la casa, en qué colegio van a estudiar nuestros hijos, cuál es es el mejor plan de jubilación y hasta en qué cementerio nos van a enterrar. Vemos la vida como un asunto muy serio en donde debemos esforzarnos cada segundo por lograr algo.

Y siempre en nuestra mente tenemos la idea de que estamos trabajando para llegar a ese objetivo que nos vendieron de niños, ser exitosos (ojala en todas las área de la vida, profesional, familiar, laboral, etc.) Y con cada escalón que subimos (graduarnos del colegio, de la universidad, ascender de puesto, casarnos) sentimos que nos acercamos más y más a esa meta, a ese fin que tanto anhelamos y que le da sentido a nuestra vida.

Asi cuando finalmente llega nuestro ultimo dia en la oficina, el consultorio o la tarima, después de sesenta o mas años buscando esa meta por fin podemos decir ''lo logre, he llegado" y celebramos hasta la saciedad.

Pero al despertar el dia siguiente hay una extraña sensación. De pronto vemos a nuestro alrededor y notamos que en el fondo nada ha cambiado, no nos sentimos muy diferentes a todos los días anteriores, el cielo sigue siendo azul, el sol brilla igual que antes y la gente sigue siendo igual de buena o de mala.

Entonces en ese momento tal vez nos sintamos un poco engañados. Y es que en verdad hemos sido engañados. Resulta que por estar buscando desesperadamente esa "meta" que nos prometieron (o que nosotros mismos nos prometimos) nos perdimos de la vida.

Por que en realidad no se trata de "llegar a algo", se trata de escuchar la música y de cantar y bailar con ella en este mismo instante.

Escucha la música de tu vida con atención en cada momento y descubrirás lo perfecta que es.

Por que esa m
úsica eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

lunes, 19 de enero de 2009

¿Cómo suena un árbol al caer... si no hay nadie que lo escuche?

Este es un famoso Koan salido de la tradición Budista Zen (un Koan es una especie de acertijo espiritual que no puede ser resuelto con el intelecto, si no a través de una profunda introspección y que al resolverse nos brinda una luz hacia nuestra verdadera naturaleza)

Lo que no sabían los antiguos maestros es que la ciencia moderna nos puede ayudar a entender este hermoso Koan.

Sabemos que el sonido son ondas, vibraciones que se propagan a través del aire y que luego impactan nuestros oídos, después se convierten en impulsos eléctricos que son procesados en nuestro cerebro y finalmente aparece en nuestra conciencia aquello que llamamos sonido. Por lo tanto el sonido no está "allá afuera", está literalmente adentro tuyo, tú lo creaste. Afuera solo hay vibración, y esta vibración se convierte en sonido únicamente cuando la procesamos.

En otras palabras, afuera de nuestros sentidos solo existe un potencial, solo existen posibilidades infinitas, vibraciones que luego nosotros mismos convertimos en aquello que llamamos realidad.

No hay sonido si no hay nadie que lo escuche ¿No es esto increíble?

Si de verdad comprendemos esto, nos daremos cuenta de cómo nosotros mismos creamos nuestro mundo, nuestra experiencia de vida momento a momento, por que el mundo no está "allá afuera". Así como tú mismo creas el sonido, tú mismo creas literalmente tu mundo, TU pones los limites. Todo este universo que tienes en la cabeza no existiría sin ti. Está siendo creado por ti en este mismo instante.

El problema es que no nos damos cuenta de este proceso y creemos que la realidad es algo externo a nosotros, algo que debemos confrontar y manipular para lograr cosas y sentirnos felices; eso es un tremendo engaño. Sentimos que el mundo viene hacia nosotros cuando en realidad sale desde nosotros. En la primera situación somos victimas, en la segunda somos creadores.

Tú creas tu alegría y tu tristeza, tu éxito y tu fracaso, tú creas todo tu mundo momento a momento.

Y la forma como lo creamos es a través de nuestra interpretación, me explico con un ejemplo:

En nuestra cultura hay un marcado miedo a la muerte, o sea que vemos a la muerte como algo terriblemente "malo" y de lo cual debemos huir. Sin embargo existen culturas donde la muerte se mira con regocijo, como un paso a otro mundo, como liberación, etc. Entonces ¿Cuál es la "realidad"? ¿Es la muerte algo malo o algo bueno? En verdad es lo que tú decidas que sea, lo que pasa es que no somos realmente concientes de cómo tomamos nuestras decisiones, las tomamos automáticamente basándonos en patrones que nuestra cultura nos implantó.

El ser humano conciente no cae en estos juegos, él sabe que el mundo es su creación, él sabe que él y el mundo no son dos cosas, son una sola e inseparable.

Para un ser conciente es fácil amar todo lo que existe, por que reconoce que es su creación.

O sea que si sientes odio hacia alguien o hacia algo recuerda que ese odio no está "allá afuera" , tú lo estas creando, está adentro tuyo envenenando todo tu ser.

No trates de arreglar el mundo, trata de arreglar tú mundo. Y el primer paso para hacerlo es reconocer que esta siendo creado por ti en este mismo instante.

Tú no estas separado del mundo.

El mundo eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

miércoles, 14 de enero de 2009

Los opuestos y tu YO verdadero

Si observamos con atención nos daremos cuenta de que este mundo esta hecho de opuestos. De alguna manera todo lo que existe tiene un opuesto, lo vemos claramente en aquellas cosas que etiquetamos como "buenas" y "malas" o "deseables" y "no deseables" (riqueza vs. pobreza, salud vs. enfermedad, éxito vs. fracaso, etc.)

Nuestra cultura nos dice entonces que debemos buscar aquellas cosas que son deseables y huir de las indeseables. Tenemos que buscar el éxito a todo costo y evitar como sea fracasar, mantenernos sanos y huir de la enfermedad, en resumen debemos ser felices y evitar la infelicidad.

Pero hay un problema con esta manera de pensar; Resulta que los opuestos son inseparables, dependen total y absolutamente uno del otro y si uno desaparece se lleva consigo al otro. No puede haber salud sin enfermedad, riqueza sin pobreza ni paz sin guerra de la misma manera que no puede haber arriba sin abajo ni izquierda sin derecha.

Trata de imaginar que todo lo que esta ahora mismo a tu alrededor estuviera arriba y no hubiera nada abajo ¿qué quedaría? Todo colapsaría y no existiría nada de lo que ves.

En realidad es precisamente esta tensión entre los opuestos lo que hace que el mundo se materialice. Si nos sentimos enfermos es por que antes estábamos sanos, o sea que no podemos conocer la salud si no conocemos también la enfermedad. El problema es que entonces nos apegamos a estar sanos todo el tiempo y le tenemos fobia a estar enfermos, en otras palabras queremos que todo en nuestra vida este "arriba".

Buscar tener uno solo de estos opuestos es como buscar un palo con un solo extremo.

Esto no quiere decir que no tratemos de estar sanos, de ser felices y exitosos, el problema es nuestro apego inconciente a serlo todo el tiempo y nuestra aversión (también inconciente) a su opuesto. Estamos tratado de ganar un juego inganable, y así creamos sufrimiento innecesario.

Además hay algo muy irónico en esta "inconciencia de los opuestos". En general siempre estamos huyendo los "opuestos indeseables", tratamos de empujarlos hasta el fondo de nuestra conciencia por que les tememos. Sin embargo esta claro que son necesarios para que los "opuestos deseables" puedan existir, entonces de manera inconciente tendemos a enfocarnos en ellos.

Si no hay ningún problema con nuestro cuerpo y de pronto nos empieza a doler una rodilla ¿hacia donde dirigimos nuestra atención?.

A menudo nuestra mente tiene la tendencia a enfocarse en aquello que consideramos que está mal y a ignorar lo que está bien. Enciende tu televisor y lo verás, aunque hay miles de cosas buenas sucediendo todo el tiempo, el noventa por ciento de lo que escogemos ver es lo que está mal, lo que hay que arreglar.

Entonces formamos en nuestra mente la idea de que "el mundo está mal" y sin darnos cuenta creamos más de aquello que "está mal" al enfocarnos en ello. Es un circulo vicioso que nos atrapa y nos envenena.

No sé por que en este estado de nuestra evolución la mente humana funciona de esta manera, y realmente creo que no es necesario averiguarlo (eso seria seguir enfocándose en lo que está mal) pero si creo que podemos hacer algo:

Despertar.

Me refiero a despertar nuestra conciencia. Nuestra capacidad de elegir en cada momento en donde colocamos nuestra atención.

Como dije antes, los opuestos son inseparables. Solo podemos medir nuestra felicidad en términos de nuestra infelicidad, la infelicidad es el fondo sobre el cual la felicidad se refleja. Si no existiera una no tendríamos el contraste que nos deja ver la otra, en realidad no estan separadas, son dos caras de una sola moneda.

Así que la próxima vez que te sientas aburrido, enfermo o fracasado, recuerda que ese es precisamente el fondo sobre el cual se reflejan tu creatividad, tu salud y tu éxito. No son tus enemigos, son absolutamente indispensables en tu existencia.

Aprende a amar lo malo tanto como amas lo bueno por que no puedes tener uno sin el otro. Y recuerda que temerle a la muerte en el fondo es temerle a la vida.

Cuando sentimos que las cosas "están mal" nuestra visión es incompleta, hemos decidido ver un solo lado, por que si miramos bien nos daremos cuenta que en este mismo instante hay infinidad de cosas que "están bien" y por las cuales podemos sentirnos agradecidos.

Simplemente hemos decidido no poner nuestra atención en ellas. En otras palabras: Estamos dormidos.

Pero si logramos despertar, si podemos ver como los opuestos dependen uno del otro y como en el fondo no están separados, nos daremos cuenta de algo increible:

De la misma forma en que arriba y abajo no estan separados, aquello que llamas "yo" y aquello que llamas "no yo" tampoco lo están.

Tú no eres un ser separado.

Lo que tú eres es el universo entero, esa es tu verdadera naturaleza, tu verdadero YO.

Así que cuando sientas tristeza, miedo y confusión, mira bien y descubrirás como se convierten en felicidad, valentía y claridad.

Por que en realidad los opuestos no son dos, son uno.

Y ese uno eres tú.

Santiago Jimenez Blanco.