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domingo, 15 de febrero de 2009

La Muerte y las Nubes

Se puede decir que vivimos en una sociedad plagada de miedos, tenemos miedo al fracaso, al dolor, al ridículo, la enfermedad, el rechazo, la vejez, a la pérdida de nuestros seres queridos o de nuestros bienes y a infinidad de cosas o circunstancias. El miedo es nuestro constante compañero.

Pero si nos vamos al fondo del asunto, el miedo mayor, el rey de todos los miedos es el miedo a la muerte, a la inexistencia, a dejar de ser, a convertirnos en "nada".

La realidad de este miedo es la base de todo dogma religioso, y para mitigarlo, la humanidad misma se ha encargado de inventar diferentes sistemas de creencias que tratan de perpetuar aquello que consideramos nuestro YO, basándose en idealizaciones mentales como la reencarnación o la vida eterna en el cielo.

Pero la trampa de estas creencias va más allá. La verdadera trampa consiste en nuestra idea de lo que somos, o lo que nuestra mente nos dice que somos. Nos definimos a nosotros mismos como entidades separadas unas de otras y del universo en general, como pequeños egos que son lanzados a este mundo, permanecen un tiempo en él y finalmente dejan de existir. Esto nos hace sentirnos sujetos a fuerzas exteriores que no podemos controlar y que por lo tanto nos ponen a su merced, dejándonos sin otra opción que la experiencia de miedo constante.

Pero todo esto son creaciones de la mente, la realidad es otra.

Las nubes nos pueden brindar otra perspectiva.

Al ver una nube en el cielo decimos que la nube "existe" lo cual es obvio ya que la podemos ver. Es más, si le preguntamos a la persona al lado nuestro ella también dirá que la ve, así se refuerza nuestra creencia de que la nube existe como una entidad separada.

Pero si nos distraemos por un momento, observamos otra cosa o nos sumergimos en nuestro constante ruido mental (aquello que llamamos pensamiento) al alzar de nuevo la mirada y tratar de encontrar la nube nos damos cuenta que ya no está. Entonces podemos decir que la nube dejó de existir, que se convirtió en nada.

¿Pero realmente se volvió nada?

La verdad es que esa nube se convirtió en lluvia, o tal vez en nieve o hielo, o simplemente en otras nubes. Tal vez la nube se convirtió en agua que cayó a la tierra, luego fue a parar a un río y finalmente desembocó en el mar, para después evaporarse y convertirse de nuevo en nube, que se transformó en lluvia una vez más.

Y para que todo esto sucediera era necesario que antes hubiera estado aquella nube que ya no está. La nube no se convirtió en nada, por que es imposible que algo se convierta en "nada".

En realidad la nube, la lluvia, el hielo, el arroyo, el río, las plantas que se nutren del río, los frutos que las plantas dan, los animales que se alimentan de los frutos y los humanos que se alimentan de los animales son una sola cosa, un solo proceso indivisible. Nuestra mente los separa en diferentes "cosas" o "eventos" por que esa es la manera en la cuál interactuamos con el mundo, pero en realidad no están separados.

No hay manera de decir con exactitud cuando una nube comienza y cuando termina, cuando "nace" o cuando "muere". Estas divisiones son límites arbitrarios creados por nuestra mente, pero no son reales, de la misma manera que el límite entre un país y otro no es real, es solo un concepto. El problema es que tendemos a confundir la realidad con lo que nuestra mente nos dice que es la realidad.

Así como no hay manera de decir cuando una nube comienza, no hay manera de decir cuando tú comenzaste. Por convención social decimos que fue en el momento del parto, pero también podemos decir que fue cuando el espermatozoide de tu padre fecundo el óvulo de tu madre, o tal vez comenzaste el dia en que tus padres se conocieron, o cuando los padres de ellos nacieron ¿O en el Big Bang? La verdad es que nunca comenzaste por que tu yo verdadero siempre ha estado aquí.

Nacer y morir son conceptos, ideas, mapas mentales, no realidades.

Obviamente esto desafía cualquier sentido común. El problema es que nuestro sentido común se fundamenta en un nivel limitado de conciencia, que nos muestra el mundo como un conjunto de "cosas" y "eventos" separados, impidiéndonos ver la unidad de todo lo que existe. Lo que vemos es una interpretación limitada y fragmentada, fabricada por nuestro condicionamiento mental.

Así como la nube vive en la lluvia y la lluvia vive en la nube, todos los seres humanos, animales, plantas o partículas de polvo que han estado, están o estarán en este mundo viven en ti y tú en ellos. Por que no somos muchos, somos uno solo e inseparable. Solo que con diferentes y diversas mascaras.

El verdadero yo nunca empezó y nunca termina. El verdadero yo ni siquiera penetra en el tiempo, por que el tiempo es solo una idea, no es real.

El verdadero yo es aquello que esta viendo a través de tus ojos, escuchando a través de tus oídos y sintiendo a través de tu piel en este mismo instante. Lo que tú crees que eres es solo una máscara de lo que realmente eres. Así mismo los otros seres humanos, vacas o árboles son máscaras del yo único y verdadero. Y estas máscaras están en constante transformación, convirtiéndose en personas, animales, nubes, lluvia, ríos, mares y nubes de nuevo.

Tu verdadero yo existe en todo momento y en todo lugar.

Cuando seamos concientes de esto perderemos el miedo a la muerte, a convertirnos en "nada", ya que descubriremos que ni las nubes ni los seres humanos se convierten en "nada". Y que la muerte es solo un concepto más.

Lo que tú eres nunca muere, por que tú eres lo que está detrás de todo lo que hay, de todo lo que fue y de todo lo que será en todo momento y en todo lugar.

Tú eres aquello que trasciende todo concepto y toda idea, el espacio infinito de la conciencia sin límites ni separaciones, del cual emergen todos los conceptos, todas las ideas y todas las máscaras, el eterno ahora, siempre presente más allá de la forma.

Esa eterna y misteriosa presencia eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

jueves, 5 de febrero de 2009

¿Seres Superiores?

¿Cuál es la diferencia entre nosotros y los animales? Recuerdo preguntármelo bastante siendo niño. Por lo general me lo respondía un adulto que lo pensaba por un momento y luego afirmaba “nosotros somos seres humanos, o sea que somos seres superiores” pero nunca lo decían con gran convicción, parecían recitar de memoria la respuesta que recibieron cuando ellos lo preguntaron.

Pues ahora más grandecito me pregunto ¿Superiores en cuanto a que? Lo digo por que si me lanzan a nadar con un tiburón o a luchar con un tigre ¿Quién es superior?.

En algún momento los seres humanos nos vendimos el cuento de que somos una especie de raza avanzada diferente a todas las demás, creyendo que esto nos da el derecho a someter y dominar a las “razas inferiores”. Vemos la naturaleza como algo que debemos conquistar, algo mucho menos inteligente que nosotros y que esta ahí para ser manipulado y explotado.

Ingenuamente creemos haber escapado a la cadena alimenticia. Puede que ya no seamos devorados por osos ni cocodrilos (salvo algunas excepciones) pero seguimos siendo un banquete para bacterias, virus y mosquitos.

De la misma manera en que las hormigas construyen complejos hormigueros, nosotros construimos ciudades con intrincadas infraestructuras viales. Así como los chimpancés tienen reglas sociales (que no siempre respetan) nosotros tenemos gobiernos y normas jurídicas (que no siempre respetamos). Solo que en nuestro caso el macho alfa, el jefe de la manada y quien goza de mayores privilegios sexuales, no es el de la melena más grande ni el que ruge más duro, si no el que tiene el reloj más fino, el carro más caro y sale más en televisión.

En el fondo no hay diferencia entre los seres humanos y las demás especies. Los pájaros y los delfines utilizan el sonido para comunicarse, nosotros también. Un león lucha hasta la muerte si otro león quiere aparearse con una de sus hembras ¿Tú que harías?.

Así como la naturaleza produce manzanas, pepinos o arroz, también produce seres humanos.

Cada uno de nosotros es una expresión única de la naturaleza.

En realidad cada uno de nosotros es la naturaleza misma expresandose como un ser humano.

Cuando un bebe nace decimos que ha llegado al mundo, cuando en realidad ha sido creado por el mundo. Si cambiáramos una sola cosa en el mundo, ese bebe seria diferente o tal vez ni siquiera existiría. Tú dependes absolutamente de toda la naturaleza y la naturaleza de ti, no estás separado de ella.

De hecho somos una de sus más bellas manifestaciones. Cuando vemos a los primates en el zoológico nos maravilla su parecido con nosotros mismos. Pues si observamos bien veremos que en el fondo somos una rama más de primates. Solo que caminamos más erguidos, tenemos menos pelo, usamos ropa y vamos al colegio.

Pero además de toda la perfección biológica que nos acompaña, en nosotros se manifiesta algo especial, la razón. Y la razón nos ha llevado a la luna y al fondo del mar, ha desarrollado la ciencia y nos ha hecho preguntarnos quienes somos. La razón es el puente entre el reino de los sentidos y el del espíritu, el problema es que no hemos terminado de cruzarlo.

Desafortunadamente la razón se ha vuelto en nuestra contra sin siquiera darnos cuenta. Nos ha convertido en una especie arrogante y llena de miedos, que en su afán por dominar la naturaleza solo ha conseguido destruirla. En vez de usar la razón como herramienta, ella nos usa a nosotros, nos hemos vuelto sus esclavos. Nos ha hecho creer que somos seres independientes y separados de la naturaleza que nos creó, vivimos engañados por nuestra propia razón.

Cuando las vacas pastan en una ladera lo hacen de tal forma que previenen su erosión ¿Por qué en vez de tratar de dominar la naturaleza no trabajamos en conjunto con ella?

Si dejamos nuestra arrogancia y nuestros miedos a un lado, elevamos nuestra conciencia y dejamos de sentirnos como "seres superiores" separados de todos lo demás y con la misión de doblegarlos, nos daremos cuenta de la inescapable unidad de todas las cosas.

Lo que tú estas haciendo en este mismo instante es resultado de todas las interacciones que ocurren en el universo. Lo que tú eres es una manifestacion del universo. Si eres conciente de esto te será muy fácil amar la naturaleza entera, por que la verás como una extensión de tu propio cuerpo y de tu propio ser.

La naturaleza se manifiesta de infinitas y hermosas formas.

Una de ellas eres tú.

Santiago Jimenez Blanco

domingo, 1 de febrero de 2009

La Vida y la Música (homenaje a Alan Watts)

Hay una sensación especial en nosotros cuando realmente nos dejamos envolver por la música, una sensación de levedad, de que el tiempo se detiene y nuestro único propósito es disfrutar del sonido. Es por que cuando la música nos absorbe no estamos buscando un objetivo ni tratando de encontrar un por qué, no estamos persiguiendo una meta o un fin. Si así fuera adelantaríamos nuestros reproductores hasta llegar al final de lo que suena, o iríamos a conciertos a escuchar únicamente el sonido del ultimo acorde.

Cuando realmente escuchamos música no estamos tratando de "llegar a algo" y lo único real es el momento presente, el pasado y el futuro no importan.

Pero nuestro diario sentir es bastante diferente. Nos parece que la razón de estar vivos es precisamente llegar a algo, conseguir algo, bien sea dinero, la pareja perfecta, éxito profesional, estatus, iluminación espiritual, o el nombre que le quieras poner.

Si en nuestra sociedad un niño le pregunta a su madre ¿mami, para qué voy al colegio? Ella seguro le dirá algo como "para que aprendas y luego puedas ir a la universidad" ¿y para qué voy a ir a la universidad? "pues para que estés bien preparado cuando salgas a trabajar" ¿y para qué quiero trabajar? "para que construyas una carrera y así puedas conseguir dinero, te cases, formes una familia y llegues a ser una persona exitosa".

Así aparece en nuestra mente la idea de que la vida es una especie de viaje dividido en etapas donde el propósito final es "llegar a algo" o dicho en otras palabras "ser exitoso". Entonces nos asignan un número y nos convertimos en un participante más de la desquiciada e inconciente carrera por el éxito.

El problema es que esta carrera no viene sola, trae consigo una constante angustia producida por el miedo de que tal vez nunca lleguemos a serlo y de que nuestra vida haya sido en vano. Siempre sentimos como que algo más nos hace falta y que si tan solo lo consiguieramos finalmente estariamos "completos".

La carrera empieza entonces con preguntas que nos hacen a todos de niños ¿y tú que quieres ser cuando seas grande? Después en la adolescencia ¿qué carrera piensas a estudiar? Pero eso no es suficiente, luego tenemos que decidir en qué vamos a especializarnos, cuál va a ser nuestro campo de trabajo, con quién nos vamos a casar, donde vamos a comprar la casa, en qué colegio van a estudiar nuestros hijos, cuál es es el mejor plan de jubilación y hasta en qué cementerio nos van a enterrar. Vemos la vida como un asunto muy serio en donde debemos esforzarnos cada segundo por lograr algo.

Y siempre en nuestra mente tenemos la idea de que estamos trabajando para llegar a ese objetivo que nos vendieron de niños, ser exitosos (ojala en todas las área de la vida, profesional, familiar, laboral, etc.) Y con cada escalón que subimos (graduarnos del colegio, de la universidad, ascender de puesto, casarnos) sentimos que nos acercamos más y más a esa meta, a ese fin que tanto anhelamos y que le da sentido a nuestra vida.

Asi cuando finalmente llega nuestro ultimo dia en la oficina, el consultorio o la tarima, después de sesenta o mas años buscando esa meta por fin podemos decir ''lo logre, he llegado" y celebramos hasta la saciedad.

Pero al despertar el dia siguiente hay una extraña sensación. De pronto vemos a nuestro alrededor y notamos que en el fondo nada ha cambiado, no nos sentimos muy diferentes a todos los días anteriores, el cielo sigue siendo azul, el sol brilla igual que antes y la gente sigue siendo igual de buena o de mala.

Entonces en ese momento tal vez nos sintamos un poco engañados. Y es que en verdad hemos sido engañados. Resulta que por estar buscando desesperadamente esa "meta" que nos prometieron (o que nosotros mismos nos prometimos) nos perdimos de la vida.

Por que en realidad no se trata de "llegar a algo", se trata de escuchar la música y de cantar y bailar con ella en este mismo instante.

Escucha la música de tu vida con atención en cada momento y descubrirás lo perfecta que es.

Por que esa m
úsica eres tú.

Santiago Jimenez Blanco